Matrimonium

“Rompemos el contrato heterosexual (…) con teorías y prácticas sociales

(…) mientras tanto los conceptos heterosexuales se van socavando”

Monique Wittig.

Dice el spot de la campaña del INADI sobre la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo: “Todos podemos alguna vez querer casarnos, pero no todos podemos concretarlo. Tenemos los mismos derechos pero no tenemos la misma facilidad para hacerlos valer. El amor que cada uno de nosotros puede sentir por otro (…) una ley que nos trate a todos por igual para que todos los que quieran formalizar su amor puedan lograrlo. Ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. El mismo amor, los mismos derechos.” En el spot se puede ver cómo los típicos muñequitos intentan subir al altar de la  torta de bodas obligados a sortear una serie de dificultades que les impiden llegar al último piso. Sellos de oficina les pegan en la cabeza, una mano con una tijera corta las cintas de los anillos a las novias de cotillón, una libreta roja de casamiento voltea a la pareja de novios, en fin, una cantidad de obstáculos representados por símbolos propios de la institución a la cual se reclama inclusión y pertenencia. Pero el cuento termina bien, el spot cierra con un cuadro final, o con un final posible: tres tortas de bodas, y la perspectiva lineal nos dirige a un punto de fuga: en el centro de la imagen, la pareja heterosexual ¿Demasiado enroscado?, tal vez, pero para nada extraño. Es cuestión de ir al origen de la palabra y ver que matrimonio proviene del latín y denomina a la institución social y jurídica que deriva del derecho romano con la expresión “matrimonium”. “Matrem”, es decir Madre, o mejor, la condición legal que se le otorga a la mujer al convertirse formalmente en madre. Con lo cual, lo que trae el término más que la unión por amor entre dos personas de diferente género, es la posibilidad de tener hijos y organizar la construcción filial, permitiendo así, que al contraer matrimonio la madre cuide de lxs hijxs y el padre pueda reconocerlxs como propixs y de esta manera, reglamentar la descendencia, la herencia, el patrimonio, y finalmetne el acceso a derechos civiles. Es decir que el “Pater” familia se encargará de administrar los bienes recibidos por herencia asegurando la propiedad en la sucesión al hijo. ¿Sigue siendo tan enroscado pensar que la pajera heterosexual haya quedado en el centro de la escena de la campaña audiovisual que reclama la posibilidad de casamiento para las personas del mismo sexo? La institución no está separada de sus símbolos, de sus imaginarios. No deberíamos pensar a las instituciones por fuera de sus sistemas de representación, sería como pensar por separado la razón del cuerpo, el alma de la forma, la estructura de la superestructura. Sería como pensar siempre desde un único lugar, desde una óptica binocular con un solo punto de vista que nos da a ver un mundo partido en dos, pensable desde nociones binarias que nos dan a elegir por una posición o la otra, ser de una forma estaría invalidando ser de otra, pero estaría invalidando además,  la posibilidad de imaginar otros “seres” posibles. La norma entra por repetición, es imperativa, violenta si es necesario, pero nos hace pensar que elegimos libremente. Hay que optar por una de esas formas de ser y mejor aún si es para siempre.

No se trata entonces de elegir por una opción o por otra, sino de encontrar otra forma de pensar(nos) o al menos ensayarla. La intención de este texto no es la de una encuesta “¿está usted a favor del matrimonio?: si / no (si la respuesta es positiva continúe con la próxima pregunta). ¿Esta usted a favor de la ley de matrimonio gay?: si / no.” No es tan sencilla la respuesta a estas preguntas, el pensamiento político reclama algo más que un cuadro estadístico de doble entrada, o en el mejor de los casos aquellos que admiten una tercera que es la de quienes NS/NC (no saben, no contestan). Personalmente no creo en la institución del matrimonio, no creo que nadie se case por amor en un registro civil, es más no creo que el amor tenga nada que ver con el casamiento civil (dejo fuera de este debate el casamiento por ceremonia religiosa). Por el contrario, y tal como veíamos históricamente, las razones del matrimonio respondían a cuestiones de orden económico y social. Desde sus orígenes a la actualidad no sólo la noción sino también la ley se ha visto modificada, de hecho parece que la idea del enlace no funcionó “hasta que la muerte lxs separe”, y fue necesario como con otros contratos civiles, su posible revocación mediante el divorcio. Matrimonio y familia ya no responden a la concepción ni del derecho romano ni a la de hace treinta años. Ambas instituciones se ven modificadas todos los días, sin embargo las leyes que las reglamentan funcionan con bastante anacronismo, respondiendo a modelos de organización social que en muchos casos ya se encuentran obsoletos. Sin embargo, algo prevalece, el matrimonio sigue siendo ordenador y fuente de derechos civiles, además de seguir relacionado con el amor. De modo que, a pesar de no contar con el mayor de los prestigios, en un plano simbólico y material perdura su eficacia y las personas (de momento sólo heterosexuales) deciden casarse sea en lo cívil y/o en lo religioso.

Entiendo que el matrimonio es una institución propia del capitalismo patriarcal heteronormativo, que legitima y establece la norma desde la organización familiar y social hasta su intromisión en la vida sexual de las personas, legitimando cierta sexualidad frente al Estado y demostrando qué nos sucede si no optamos por las formas correctas. Por lo tanto no puedo acompañar los reclamos para la Ley de Matrimonio para personas ni de igual o diferente sexo . No comprendo cómo es esto de pedirle derechos a la misma institución que se caracteriza justamente por determinar quién puede acceder a ciertos derechos y quién no. El matrimonio regula y extiende la norma, establece quiénes se incluyen y señala a quiénes no. Entiendo que las personas que quieran casarse puedan “elegir” hacerlo, no voy en contra de eso, de hecho lo más probable es que en pocos días la ley sea aprobada, simplemente pienso en qué pasa con las personas que no elegimos casarnos, que podemos elegir no constituir relaciones monogámicas, ¿quedaremos por fuera de los derechos?  O como pregunta Judith Butler, “¿Qué significa eso para la comunidad de quienes no se casan, los célibes, los divorciados, los que no tienen interés, los que no son monógamos; y cómo se reduce la propia legibilidad del campo sexual una vez que extendemos el matrimonio como norma? Se me ocurre que el acceso al matrimonio puede ser una estrategia en el estado actual para lograr la obtención de papeles de ciudadanía, de tener determinados accesos a la salud (tanto a la gestión de vida como a la de muerte) y fundamentalmente de legalizar formaciones familiares que no sean las tradicionales. Usar los costados débiles de la ley para ponerla a favor. Estoy de acuerdo, y dependiendo de necesidades y contextos, supongo que si fuera necesario optaría por la misma estrategia, puesto que las características de este sistema son excluyentes, frente a situaciones apremiantes nos obliga a jugar por los bordes del marco legal. Pero me sigo preguntando por qué no se dan otras formas de lucha, por qué se opta por la extensión de la norma, por qué permanece pegado el matrimonio civil al amor romántico y éste como bandera de lucha, con frases “el mismo amor, los mismos derechos”, cómo es que esta iniciativa de la comunidad homosexual de repente resulta ser noticia de tapa para los medios mientras otras referentes a la misma comunidad pasan desapersividas. Entonces me acuerdo de Barthes cuando en Mitologías dice que, “el orden se alimenta a expensas del amor; la mentira, la explotación, la codicia, todo el mal social burgués es reflotado por la verdad de la pareja. El amor-más-fuerte-que-la-gloria refuerza la moral del status quo social; no es correcto salir de la propia condición, es glorioso volver a ella (…) La felicidad, en este universo, radica en jugar a una suerte de encerramiento doméstico: cuestionarios “psicológicos”, habilidades, arreglos caseros, aparatos del hogar, horarios.”

Se me dirá, se puede cambiar paulatinamente las instituciones pero para eso hay que hacerlo desde adentro, es necesario entrar en ellas para producir el cambio. Esta puede ser una forma de inclusión. La urgencia del momento apremia, esta es la manera de resolver cuestiones que de otro modo no tienen salida. Comprendo, y hasta podría compartir, sólo que no entiendo cómo es que la lucha por la inclusión se hace a partir de una institución que se caracteriza por determinar cuáles son lxs ciudadanxs legítimos y cuáles no. Cómo se da el juego de inclusión / exclusión en este caso. Sigo pensando que el ingreso a la institución no es a gusto del usuario, se ingresa en los papeles y en sus imaginarios, que por cierto no nos olvidemos son heteronormativos. Creo que lo mejor que nos deja la campaña por la ley de matrimonio gay es la posibilidad de abrir el debate más allá del matrimonio, pensar en que tal vez podamos considerar reveer los modos en que este sistema se organiza desde lo contractual, lo familiar, la amistad, la sexualidad, en definitiva qué forma de organización social es capaz de darse la comunidad. Si a favor de una mayor presencia del Estado con todo el peso de su norma, extendiendo relaciones de propiedad y la ampliación del mercado de consumo, o buscando capacidad de respaldo que no provengan de categorías excluyentes y conservadoras, que puedan dar lugar a otras formas de familia, de vínculos amorosos que no estén relacionados con la propiedad ni regidos por la cantidad, prácticas sexuales que no estén solamente ligadas a la procreación y que requieran de una legitimidad fundamentada en lo normal y lo patológico en las personas, la conformación de comunidad a partir de la afinidad y lazos de amistad. ¿Imposible? Quien sabe, al menos vale intentar cada unx desde su lugar tratando de dar vuelta desde lo cotidiano prácticas e imaginarios, activar ahí donde podría aparecer la pregunta de Foucault ¿qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se trata?

Así que si la propuesta es  votar si estamos a favor o en contra del matrimonio, me parece más interesante ver como en japón las parejas son casadas por robots. Al menos la ironía le pone un poco más de onda que  “el mismo amor, los mismos derechos”.

2 respuestas to “Matrimonium”

  1. Maria Jose Says:

    excelente. igualmente, creo que es una estrategia. el orden heteronormativo persiste.
    nuevas formas de lucha son necesarias. pero en mi discusión privada con michel he dicho, hay veces que la dialéctica de la historia nos juega con sus pasos. para que se haga visible, primero hay que poder ver. y para que algunos puedan ver, hay que ponerlo delante de sus ojos y traducirlo.
    igualmente, coincido con ud.

    • exactamente, Maria Jose, son las condiciones de visibilidad que puede darse una sociedad. cuáles son los regimenes de (in)visibilidad, sus sistemas de representación. Todo esto nos viene dando vueltas desde la modernidad hasta nuestros días, son esas tecnologías blandas como dice la Beto Preciado, que terminan deviniendo subjetividad. Por eso tenemos que estar más atentxs que nunca, me parece. Lo genial es que el spot del INADI se hizo desde un foro de género. Es interesante verlos, es muy curioso che… están en la web del inadi y también hay unos audios para radio que son fatales!! A mi y a mi corazoncito libertario nos parece nos simpatiza un poco más lo que dice la Wittig… como dice una poeta por ahí, la libertad es una reconquista…

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